LAS DECISIONES EN
PAREJA
D. Alejandro
Arribas sánchez. Editor y coordinador de la sección
Uno de los
pasos más complicados en una pareja es la toma de
decisiones y la resolución de conflictos. La vida
nos expone diariamente ante diferentes opciones entre las
que tenemos que elegir. El aprendizaje de un sistema adecuado
de solución de problemas permitirá reforzar
la pareja y obtener consecuencias positivas de sus decisiones.
El día a
día de cualquier persona supone la toma de miles
de decisiones más o menos importantes. La mayoría
de las personas tienen automatizado el proceso de solución
de problemas por el cual acaban decidiéndose por
una opción u otra. El aprendizaje juega en este proceso
un papel crucial, permitiendo una mejora a través
de la valoración de los errores y los aciertos. La
acumulación de experiencias positivas generará
la reducción del estrés ante los problemas
cotidianos y la consiguiente mejora de la autoestima.
La relación
de pareja introduce en este proceso un elemento más,
“las opiniones y creencias de otra persona”.
Esto viene a duplicar y en ocasiones a complicar el proceso
de toma de decisiones en la pareja.
Hay
que aprender las habilidades que nos permitan
aceptar y adaptar a la relación aquellas
características de nuestra media naranja
que no habíamos pensado tener que “aguantar”
|
|
Al iniciar la relación
de pareja las expectativas pueden ser tan idealizadas que
incluso se cede en exceso para intentar complacer a la otra
parte. En este momento los problemas suelen ser pocos y
en caso de ocurrir se minimizan. Cuando la relación
avanza, comienzan a aparecer las primeras decisiones conjuntos
“¿dónde vamos de vacaciones, la playa
o la montaña?” “Salimos por tal sitio
o por este otro”, “quedamos con tus amigos,
o con los míos”, etc.
Es en esta primera
etapa de la relación dónde se van a sentar
las bases de una buena resolución de conflictos en
pareja. La capacidad de escuchar la opinión del otro,
la asertividad para expresar nuestras propias necesidades,
y la negociación para llegar a una acuerdo, serán
lo elementos fundamentales para conseguir salir airosos
del conflicto.
Ya comentábamos
en un artículo anterior la importancia de escuchar
a la otra persona tratando de ponernos en su lugar. En la
mayoría de las ocasiones solemos escuchar, pero no
siempre intentamos saber lo que siente y lo que quiere decirnos.
En muchas ocasiones interpretamos de forma negativa un comentario
o una elección diferente a la nuestra. En una pareja
no siempre se ha de coincidir en todo y esto no tiene porque
significar que se quieran menos. Por tanto debemos preguntar
por qué nuestra pareja prefiere la playa o quiere
salir con sus amigas o prefiere salir por tal lugar.
Lógicamente,
esto no significa que siempre tengamos que hacer lo que
nuestra pareja nos propone, sino que tendremos que tener
también el “valor” de decirle lo que
pensamos o lo que preferimos sin temor a que se enfade.
El trabajo es doble, será importante que entendamos
lo que nos quiere decir nuestra pareja sin molestarnos por
ello y trataremos de decirle lo que nosotros sentimos de
la manera más adecuada para que no suponga un comentario
crítico (Ver artículo anterior “La comunicación
en pareja”)
Si la relación
se estabiliza y se da el paso a la convivencia pueden aparecer
los primeros conflictos importantes. Los diferentes estilos
educativos recibidos, unidos a las expectativas y el tipo
de vida que lleve cada uno de los miembros de la pareja,
pueden generar multitud de situaciones conflictivas que
habrá que ir solventando.
Jacobson (1979) definirá
una serie de factores que son importantes, tanto en la atracción
inicial como en el desarrollo del conflicto:
Uno de los entrenamientos
habituales en cualquier terapia de pareja, o en cualquier
proceso de mediación familiar, es el de solución
de problemas, si bien es cierto, que para llegar a este
paso es necesario haber mejorado la comunicación
en la pareja y tener un ambiente positivo, cualquier pareja
puede beneficiarse de la aplicación de este procedimiento.
Las ventajas más claras son: