Diversidad sexual en el México antiguo

Guadalajara, Jalisco., septiembre 06 de 2006. En México, el estudio de la diversidad sexual se remonta a la época en que florecieron las culturas prehispánicas, aunque los mayores datos que se conocen provienen del imperio azteca, cuyo dominio económico, político y cultural se extendió a buena parte de los pueblos mesoamericanos.

No obstante, para los investigadores resulta necesario hablar acerca de las sexualidades prehispánicas, pues aunque los aztecas impusieron parte de sus creencias, no pudieron eliminar las prácticas erótico afectivas efectuadas por los habitantes del México antiguo, las cuales eran de lo más variadas y libres de prejuicios, como las practicadas en la cultura totonaca donde la sodomía y la pederastia estaban totalmente permitidas.

En el marco del primer día de actividades del Sexto Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología, el psicólogo Juan Carlos Hernández Meijueiro, explicó como para los aztecas resultaba incomprensible el comportamiento de los chichimecas, otomíes, yaquis, coras y huicholes, cuyas reglas de convivencia otorgaban a las mujeres un alto grado de independencia que les permitía incluso, convertirse en guerreras, además de que aprobaban la práctica de relaciones homosexuales.

Al impartir la conferencia Sexualidad en los pueblos prehispánicos, el investigador subrayó las diferencias entre las mujeres indígenas, pues mientras las aztecas estaban sometidas a las órdenes de los hombres, otras como las huastecas eran respetadas y temidas, las zapotecas se iban a la guerra y las otomíes podían elegir el hombre para casarse.

Ante un numeroso grupo de asistentes, el psicólogo social describió al pueblo azteca como poco tolerante ante la homosexualidad, a cuyos practicantes varones castigaba clavándoles puntas de maguey en el pene. Explicó que no toleraban esta práctica entre iguales, pero si uno de ellos se declaraba ahuanni o afeminado no los torturaban pero eran obligados a vivir como “marido y mujer”.

Agregó que los indígenas homosexuales eran utilizados como esclavos en sus comunidades, para luego ser destinados como objeto sexual de los soldados españoles.

Señaló que buena parte de los conocimientos sobre la sexualidad en la época prehispánica se debe a los relatos generados por los frailes enviados por la Santa Inquisición, así como a la elaboración de las cartas de relación escritas por Hernán Cortés.

Al mencionar que buena parte de estas prácticas desaparecieron o se modificaron con la llegada y permanencia del pensamiento judeo cristiano, el experto citó las crónicas de Bernal Díaz del Castillo para decir que en la gran Tenochtitlán el ejercicio de la prostitución era sumamente valorado ya que se consideraba una actividad que otorgaba prestigio.

Hernández Meijueiro señaló que actualmente instituciones como el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Mexicano del Seguro Social, forman parte de la “inquisición biomédica psiquiátrica del siglo XXI”, pues intentan imponer valores y costumbres ajenas a la idiosincrasia de los pueblos indígenas.

“Ahora los encargados de vigilar la moral pública no son la iglesia, ni los psicoanalistas, sino los sexólogos y orientadores, quienes con el argumento de fomentar la salud pública, denuncian delitos sexuales, tarea antes exclusiva de los inquisidores”, mencionó.

El Sexto Congreso de Educación Sexual y Sexología se realizará del 6 al 9 de este mes en esta ciudad. En él participarán expertos, organizaciones civiles, activistas y público en general interesado en conocer los aspectos más destacados de la sexualidad humana.