En un prospecto de
medicinas, en un manual de instrucciones, en un libro de texto,
en una revista especializada, en la lista de ingredientes
de una lata de fabada asturiana, en el informe de un radiólogo...,
en todos estos textos, y en muchos más, se utiliza
alguna variedad de lenguaje técnico o científico.
En realidad,
un individuo de cultura media está constantemente en
contacto con esta variedad; porque el lenguaje técnico–científico
no es más que una variedad de habla que resulta de
adaptar la lengua común a la comunicación de
contenidos técnicos o científicos.
Características del lenguaje científico
El lenguaje
técnico–científico no es uniforme. Cada
rama del saber, cada disciplina, utiliza un lenguaje propio.
Más que de un solo lenguaje científico pues,
habría que hablar de variedades o subsistemas que coinciden
en unas características comunes.
Como el
resto de los lenguajes especializados, el técnico–científico
sólo es utilizado por sus hablantes en una parcela
de su actividad; fuera de ella hacen uso de la lengua común.
La dificultad de estos lenguajes los convierten en algo difícil
de comprender para el resto de los hablantes.
Formas de elocución propias de los textos científicos
Si bien
la gran variedad de realizaciones posibles del lenguaje científico
dificulta las generalizaciones, sí podemos decir de
todos ellos que son especialmente cuidadosos con el orden
expositivo y la coherencia lógica de lo expuesto. Lo
más frecuente es que estos textos presenten una combinación
de exposición y argumentación, dos formas de
elocución clásicas que se han adaptado al método
científico.
Textos Científicos - La exposición
Exponer
es presentar una cuestión cualquiera para darla a conocer
y comprender a otras personas. La exposición pura es
poco frecuente: lo normal es que se asocie con la argumentación.
En la
retórica clásica, la exposición constaba
de tres fases: inventio, dispositio y elocutio. Actualmente
cabría hablar de documentación, organización
de materiales y elaboración final o redacción.
Documentación.
Es la recopilación de información sobre un determinado
asunto. Para que esa labor sea efectiva, es fundamental conocer
el objeto de la exposición, dónde se encuentra
la información, a quién va dirigida la exposición
y con qué grado de profundidad se va a tratar el tema.
Es la fase en la que se anotan los datos (habitualmente en
fichas o en una base de datos informática) y se elaboran
los esquemas y borradores.
Organización
de materiales. En esta fase se elabora un guión en
el que se recogen, de modo ordenado, los pasos que se seguirán
en la exposición. La ordenación de los materiales
ha de realizarse de forma que el receptor pueda percibir con
claridad y coherencia el sentido de lo que se va a exponer,
haciendo prevalecer la idea central sobre las secundarias.
Elaboración
final. La exposición debe redactarse de forma objetiva
y con un lenguaje claro, sencillo y correcto, tanto en el
léxico como en la sintaxis, con el fin de no añadir
dificultades añadidas a la comprensión del texto.
Es especialmente importante no dejarse llevar por florituras
literarias y recordar en todo momento la finalidad del texto
que se elabora.
La argumentación
Consiste
en aportar razones para sustentar una opinión. A la
opinión o idea que se pretende probar o defender se
la denomina tesis; el conjunto de razones que se utiliza en
la defensa de la tesis son los argumentos. Cuando la tesis
se sitúa al principio del escrito, se utiliza un proceso
deductivo para probarla con argumentos. El orden contrario
recibe el nombre de inductivo.
Aunque
el orden de la argumentación no es fijo, la disposición
de contenidos suele dividirse en tres apartados:
La
exposición de la tesis tiene por objeto formular de
modo claro y conciso la tesis que se va a defender.
En
el bloque argumentativo se aportan las razones en las que
se fundamenta la tesis.
La
conclusión es una síntesis de todo lo argumentado
cuya finalidad es dejar fijada la postura o idea que se defiende.
Además
del puramente científico, se utilizan con cierta frecuencia
el argumento de autoridad, el de la experiencia personal,
el de comparación de ideas enfrentadas y el de universalidad.
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